viernes, 1 de marzo de 2013

Jugando con Dios

Repasando el estudio bíblico que hicimos hoy en la congregación me pareció bueno hablar un poco acerca de la Historia de Ananías y Safira. Muchos conocemos esta historia. Ananías, un hombre que se había convertido al cristianismo junto con su esposa Safira. Como todos en la iglesia primitiva tenia todo en común ya que ellos no consideraban sus posesiones como propias por esta razón compartían lo que tenían (Hch 4.32-36).

Ananías y Safira tomando parte del dinero
Cabe recalcar que ellos lo hacían porque el Espíritu Santo les inspiraba a hacerlo mas no porque los apóstoles les obligaban a vender sus posesiones. Ahora pongamonos a pensar en algo, desde el momento que uno de estos hombres decidía entregar sus posesiones a Dios dándolo a los apóstoles para que ellos puedan repartir al que necesitaba, lo que quería decir esa persona es que renunciaba completamente al hecho de que una vez fue dueño de esa posesión y en ese momento perdía el derecho de reclamar por ello ya que pasaba a ser propiedad de todos. Tenemos el ejemplo de Bernabé que vendió su campo y prácticamente renuncio al valor que recibió por ese campo.

Ahora entonces podemos entender que el pecado de Ananías y Safira es aun mayor del que podemos imaginar, en pocas palabras podemos decir que estaban jugando con Dios. 
Digo que su pecado es aun mayor porque no solo le habían mentido al Espíritu Santo sino que también habían robado a Dios porque si leemos en siguiente pasaje:
 "La decisión de vender o no la propiedad fue tuya. Y, después de venderla, el dinero también era tuyo para regalarlo o no. ¿Cómo pudiste hacer algo así? ¡No nos mentiste a nosotros sino a Dios!»." Versión (Nueva Traducción Viviente).
Vemos que Ananías había decidido entregar el dinero a Dios, sin embargo Satanás hizo lo posible para convencer a Ananías para que pecara. Imaginemos un momento a Satanás susurrandole al oído a Ananías diciéndole: "No le robaras a Dios solo tomaras un poco de lo que necesitas para ti y darás el resto a tu Dios." Y Ananías dejándose convencer por una mentira tan inocente pero bien elaborada de Satanás cedió al pecado y la codicia lo que significo mas adelante la muerte de él y de su esposa.

La pregunta es ¿Estamos nosotros siendo tentados de la manera que Ananías lo fue? Pues si lo estamos haciendo tomemos las palabras de Pedro antes que sea demasiado tarde y mostremos a Dios nuestro arrepentimiento. Vuelvo a citar el versículo para que lo analicemos y aprendamos que con Dios no se juega.

"La decisión de vender o no la propiedad fue tuya. Y, después de venderla, el dinero también era tuyo para regalarlo o no. ¿Cómo pudiste hacer algo así? ¡No nos mentiste a nosotros sino a Dios!»."

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